Biomecánica, la puerta hacia un calzado de alta tecnología
La
biomecánica no es exclusiva de atletas profesionales, ni de zapatillas deportivas.
Los fabricantes de calzado están empleando nuevas tecnologías a la hora de
crear zapatos cómodos de uso diario. Sus innovaciones no se quedan en casa,
sino que se están exportando al exterior.
La
biomecánica es una disciplina científica que estudia las estructuras de
carácter mecánico de los series vivos, sobre todo las del cuerpo humano. En
este caso, analiza “cómo funciona mecánicamente el cuerpo, los tejidos, los
movimientos y las fuerzas, de manera que el calzado se adapte lo mejor posible”,
explica Juan Carlos González, Director de innovación de mercados de la
indumentaria y el calzado del Instituto Biomecánico de Valencia (IBV).
Ayuda a que
un corredor de élite gane unos preciosos segundos para superar una marca, pero
también a que unos zapatos de vestir sean flexibles y no causen rozaduras. Las
personas mayores pueden andar más seguras con calzado cómodo y moderno, y las
mujeres pueden evitar molestias en la planta del pie durante el embarazo.
Incluso los niños pueden dar sus primeros pasos con unas botas adecuadas para
gatear o ponerse erguidos.
La
comodidad es una cuestión subjetiva. Por eso la biomecánica aplicada al calzado
sirve para 'cuantificar objetivamente el nivel de confort de un zapato (...) y
predecir el grado de comodidad'
La
comodidad es una cuestión subjetiva. Por eso la biomecánica aplicada al calzado
sirve para “cuantificar objetivamente el nivel de confort de un zapato (...) y
predecir el grado de comodidad”, señala Josep María Font, Director de la
división de biomecánica del Centro de Investigación e Ingeniería Biomecánica
(CREB) de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC).
Los
investigadores diseñan complejas pruebas de laboratorio con equipos
sofisticados, que incluyen instrumentos con sensores, placas de fuerza y
sistemas de cámaras, como los utilizados por los estudios de cine y los
desarrolladores de videojuegos para capturar el movimiento de los actores.
Los
requisitos son muy parecidos para el calzado deportivo y para los zapatos de
calle. Al final de se trata de diseñar un volumen interno que funcione bien con
el pie, que no ejerza demasiada presión. Para ello se desarrollan pruebas de
análisis funcional donde los usuarios interactúan con los zapatos. Se tienen en
cuenta aspectos funcionales como el ajuste, la distribución de presiones, la
amortiguación de impactos, la adaptación a los movimientos y la fricción. Todos
esos aspectos van a influir en la percepción de comodidad del consumidor.
Diferenciarse
de la competencia
La
biomecánica interviene en todas las fases del proceso de fabricación, desde el
concepto inicial. “Aquí puede darnos ideas de cómo desarrollar sistemas
innovadores que mejoren los aspectos funcionales. Desde la generación de la
idea, o incluso previo a eso, por ejemplo, qué necesidades tiene el calzado de
las personas mayores o los bebés que están empezando a gatear”, apunta Juan
Carlos González del IBV.
Desde el
diseño conceptual, hasta el diseño en detalle y hasta la selección de
materiales. Incluso en la fabricación, para ver qué proceso es el mejor para
resolver un problema o para hacer más cómodo el producto para un colectivo o un
uso específico. “Y luego para ensayar un producto que ya está fabricado o
ayudar a las empresas a mejorar el mensaje al consumidor (...) Todo el ciclo”,
concluye González.
Es la
innovación como factor de diferenciación. “Ahora hay mucha gente intentando
desarrollar cosas diferentes a la competencia, como en todos los sectores”,
reconoce Ramón Urdaniz, Director comercial de SEMIC, una empresa navarra que
fabrica moldes para calzado desde el año 1965. Sus tecnologías son pioneras en
todo el mundo. Dos de ellas, Double Flexion y Air Tubeless, son fruto de la
biomecánica.
Air
Tubeless es una suela hueca desarrollada en colaboración con el INESCOP
(Instituto Tecnológico de Calzado y Conexas). Proporciona una sensación similar
a andar sobre hierba fresca; reduce las presiones plantares y amortigua los
impactos. Marcas españolas como 24 Horas y Pikolinos la han incorporado a algunos
de sus productos; los primeros zapatos salieron a la venta en el invierno de
2012. Además, SEMIC ha logrado exportarla fuera a fabricantes de calzado en
Turquía, Méjico, Alemania, Francia e Italia.
En cambio,
la tecnología Double Flexion es más reciente. Desarrollada con el IBV
(Instituto Biomecánico de Valencia), es un sistema de suela que permite hacer
flexible los zapatos clásicos, incluyendo los de suela de cuero. Es apto para
calzado de señora, de caballero, de niño, de trabajo y deportivo. En Méjico la
utilizan marcas como Emyco (casual) y Dogi (infantil). Y la marca española
Panter, especializada en calzado de seguridad, ya ha completado los primeros
prototipos.
En el IBV
tienen una extensa experiencia en proyectos de biomecánica relacionados con el
sector del calzado. Entre ellos figuran botas de fútbol para Kelme con una
distribución de los tacos específica para césped artificial y ensayos de
zapatillas de running para The North Face.
Ese
Instituto valenciano también ha ayudado a diseñar plantillas anatómicas de
calzado para mujeres de la marca Scholl, y plantillas de material viscoelástico
para los productos de Piesanto, destinados a consumidores de la tercera edad.
La colaboración del IBV con el fabricante español Garvalín viene de lejos, con
líneas de productos específicos para bebés como Biogateo o como Bioevolución,
para niños más mayores, que todavía están completando.
Pruebas
biomecánicas
La marca
Camper está a la venta en 350 tiendas propias repartidas por todo el mundo y en
más de 2.000 puntos seleccionados. Esta veterana empresa mallorquina ha
confiado en el CREB (Centro de Investigación e Ingeniería Biomecánica) de la
UPC para realizar un estudio. Allí se ha analizado una docena de modelos
urbanos que ya estaban en el mercado, seis para mujer y seis de caballero. Lo
más complicado ha sido “la cantidad de horas de laboratorio (...) con 54
personas. Cada persona se ha medido caminando descalzo y luego con los seis
modelos”, comenta Josep María Font del CREB.
Unas
plantillas de presión plantar colocadas entre el pie y el calzado registraban
las presiones en toda la superficie. Lo ideal es que se distribuya de forma
homogénea. Si se concentra en un punto, puede causar dolor. Y unas placas de
fuerza medían el contacto entre el suelo y la persona al andar. Otro elemento
tecnológico de las pruebas son los sensores de electromiografía; unos
electrodos que captan la actividad de los músculos del cuerpo humano. En el
ensayo estaban colocados cerca de la articulación del tobillo para realizar
mediciones eléctricas que determinaran cuánta actividad muscular requería cada
zapato.
Por último,
un sistema óptico formado por 18 cámaras se ocupaba de capturar el movimiento
de las piernas al andar. Los sujetos participantes llevaban unos marcadores en
las piernas, una especie de bolitas reflectantes que graban las cámaras. El
objetivo era ver cómo influía cada modelo en la forma de caminar. Cuando más
natural se anda con un zapato, más confort percibe el usuario
Fuente TEKNAUTAS:
No hay comentarios:
Publicar un comentario